Frases y citas
El aforista junto al abismo
-I-
Ramón Eder es un hombre grave y sereno, circunstancia que no evita que pueda alegrarte la vida con notas esparcidas de humor, como en una pieza de Erik Satie. Sus aforismos van tejiendo una melodía luminosamente quebradiza y envolvente, donde el pensamiento va discurriendo de modo fragmentario: a saltos de baile clásico.
De sus libros de aforismos el que más me gusta es Aire de comedia. El vino de esa cosecha, selectiva y remozada, es cosa seria y a la vez tremendamente humorística. El vino de esa cosecha es, hablando en plata y bajo una palmera solitaria, la formalización de la excelencia.
Para Eder la vida es una materia ondulante, que no se puede abordar sin ironía, y a ser posible en un café de techos altos, lleno de simetrías francesas y pequeñas galaxias escondidas bajo la copa de vino de Borgoña.
Hasta ahora Ramón se ha dedicado, básicamente, a emitir relámpagos en forma de poemas y aforismos, pero juraría que lleva años construyendo una obra narrativa de bastante envergadura, y probablemente despiadada en alguno de sus momentos. No lo sé, simplemente lo sospecho. Ramón no me ha dicho nada a ese respecto, pero los viejos amigos las cazan al vuelo, las palabras, claro está, y de paso también los silencios.
Y los silencios de Eder suelen ser manifestaciones fundamentales de la elocuencia, quizá porque sabe que para que las palabras resalten es necesario envolverlas de silencio y dejar que resplandezcan como islas caribeñas en un plácido atardecer.
Ramón vive junto a un precipicio que da al mar bravío. Yo le llamo el aforista junto al abismo.
-II-
A continuación escojo siete gemas de su último libro Palmeras solitarias:
La vida es una ficción basada en hechos reales.
Un aforismo es una jaula de la que se escapa un pájaro.
Existe un tipo de generosidad que consiste en regalar nuestra ausencia.
El arte de la injuria les interesa mucho a los resentidos.
El mar es maravillo pero se tragó el Titanic.
Nadie es tan poca cosa que no ocupe exactamente el centro del universo.
Uno solo conoce sus límites si ha intentado rebasarlos.
Las mejores frases y fragmentos de La senda del perdedorde Charles Bukowski
¡Hola lectores!
Esta es una entrada de recopilación. Luego de leer y reseñar La senda del perdedor de Bukowski, me di cuenta que habían muchas y frases y fragmentos que no pude incluir en la reseña. Y no quería que se perdieran. Muchas veces una simple frase te puede motivar a leer un libro, así que dejo muchas de este libro para invitarlos a leerlo.
Capítulo 8
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 44
Yo era pobre e iba a continuar siéndolo. Pero tampoco deseaba especialmente tener dinero. No sabía qué es lo que quería. Sí, lo sabía, deseaba algún lugar donde esconderme, algún sitio donde no tuviera que hacer nada. El pensamiento de llegar a ser alguien no sólo no me atraía sino que me enfermaba.
“Ir a algún sitio para trabajar todos los días y después volver. Era imposible. Hacer cosas normales como ir a comidas campestres, fiestas de navidad, el 4 de Julio, el día del trabajo, el día de la madre… ¿acaso los hombres nacían para soportar esas cosas y luego morir? Prefería ser un lavaplatos, volver a mi pequeña habitación y emborracharme hasta dormirme”.
Capítulo 45
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 58
“La vida del hombre normal y sano era tediosa, peor que la muerte. Parecía no haber alternativa posible. Y la educación también era una trampa. La poca educación a la que me había permitido acceder me había hecho más suspicaz. ¿Qué es lo que eran los doctores, abogados y científicos? Tan solo eran hombres que habían permitido que los privaran de su libertad de pensar y actuar como individuos”. Pág. 275.
“Ahí sentado bebiendo consideré la idea del suicidio, pero sentí un extraño cariño por mi cuerpo, por mi vida. A pesar de sus cicatrices y marcas, me pertenecían. Pág. 276.
“Los pobres tenían derecho a follar para abrirse camino entre sus pesadillas. Sexo y alcohol, quizás un poco de amor. Era todo lo que tenían”. Pág. 276.
Ricardo Carrión
Administrador del blog