
MAGDA BÁRCENAS CASTRO
Estos días lluviosos, nublados, oscuros y fríos me hacen abrir de inmediato mis libros de poesía… son como un imán, una caja de memorias que nos entregan recuerdos inspirados años atrás por aquellos poetas que alguna vez sintieron lo mismo que nosotros. Los visionarios.
Siempre hay una conexión, un vínculo, un punto central desde donde conocemos una historia, esa que nos envía señales y que puede transmitirse al mundo por medio de la escritura. El mejor secreto que guardan las letras siempre está detrás de una poesía. ¿Cuántas interpretaciones nos entregan? ¿Cuál es la clave para hermanarnos con sus versos? ¿Qué es lo que detonan?
Es por eso que ayer, en medio de mi clase de literatura lírica y dramática, tuvimos la oportunidad de reflexionar con uno de los poemas que más me gustan de Jaime Sabines, uno que para mí es único y, aunque sus palabras son tristes, siempre me ha atraído esa fuerza que tiene su escritura.
¿Qué es lo que hace el escritor que intensifica su trabajo? Sin duda creo que la respuesta es: vivir. Cada uno de nosotros tiene una historia diferente y es nuestro deber entregarla al mundo en algún momento. Plantear nuestra visión de vida y homenajearla, porque de lo único que sí estoy segura es que, si vamos a perder la cordura, debemos hacerlo por medio de las letras.
Últimamente me la paso escribiendo mucho y no hay un motivo, escribo por el simple hecho de que las letras me hacen feliz, escribo para compartir mis días, para reflexionar acerca de aquello que alguna vez me hizo daño pero, sobre todo, escribo para seguir reflexionando de la vida y poder conocerme más. Hay que trabajar y rodearnos de todo aquello que nos entregue una sonrisa, que nos dé una razón más para vivir plenos.
¡Buen viernes! _
https://www.milenio.com/opinion/magda-barcenas-castro/entre-tangos-vino-tinto