Temida noticia terrible. La muerte de Eliseo Alberto.
El hombre, la melancolía.
Sus ojos tristes cayendo de la madrugada
sobre sobre los versos de su padre,
el fuego impar de una literatura
que era un abrazo y una huida.
Un escritor, un hombre,
una bandera de corazones rotos
aislados exilados
voluntariamente rotas las lágrimas
de su emocionante madrugada.
Un César Vallejo de Cuba
un hermano
caído en la vida para arañarle al lunes
su sustancia.
Madrugada, un rostro de madrugada,
dándole vuelta al café
como si estuviera en la casa
por las tardes
esperando siempre la llamada
grandiosa de los padres.
Él sabía que el dolor avisa muchas veces
pero da un golpe final, infinitamente doloroso,
pero éste ya no se oye, es lunes mientras tanto,
el día de la eternidad
esa combinación atroz de memoria y olvido.
Eliseo Alberto, qué gran escritor se va, y qué pena que no saben decir los versos aislados, torpes,
que le escribo desde aquí, en La Gomera.
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