Sé que sonará horrible, leído así a bocajarro y en el contexto mexicano, pero las cosas son como son: he visto un decapitado que sonríe. Y otra cabeza separada del cuerpo que exhibe felicidad. Y otro tajo en el cuello casi artístico. Porque, aunque cueste creerlo en medio de la estadística atroz y despiadada de los crímenes en México, hay quienes disfrutan posando igual que las víctimas reales de una clásica ejecución del ‘narco’.
Bueno, igual igual, no, porque les falta la sangre, las huellas de tortura, el ‘narcomensaje’ al lado… y les sobra la ropa limpia. No, igua igual, no porque hay una importante diferencia: los ‘decapitados felices’ están vivos. En realidad son también ‘víctimas’, pero de una peculiar moda que ha plagado la Red de fotografías de cuerpos separados de sus cabezas.
La tendencia tiene nombre, ‘Horsemaning’, y orígenes muy anteriores a las crueles prácticas de los cárteles mexicanos. Estas decapitaciones se inspiran en el ‘Jinete sin cabeza’ y recuperan una técnica que se hizo popular en los años 20 del siglo pasado.